Era un día normal, cuando Pedro, Luis, Carlos y Mateo se juntaron para compartir, mientras charlaban uno de ellos se acordó de su más viejo e íntimo amigo desde su infancia llamado Juan. Juan quien por un grave y brutal accidente estaba postrado en una cama desde hacía mucho tiempo.
Pedro dijo a Carlos; en mi corazón tengo la fuerte necesidad de visitar a nuestro amigo, siento su padecer, a lo que Carlos respondió: Lo mismo pasa conmigo Pedro, debemos hacer algo por El. Luis y Mateo que simplemente escuchaban lo que estos conversaban, respondieron al unísono; ¿Hemos escuchado de un maestro de nombre Jesús que sana enfermos? ¿Donde? Preguntaron estos con vos de asombro, en una ciudad muy reconocida porque en ella habitan los grandes maestros de la Ley, su nombre es Capernaum.
Los cuatro amigos poniéndose de acuerdo, dejaron su reunión a un lado y tomaron camino a casa de Juan. Este que, acostado en la cama de un cuarto oscuro, con un rostro sin esperanza veía hacia la puerta, en lo que entro Pedro y con una vos de alegría exclamo: Hola Juan, hemos venido a verte y a decirte que te llevaremos a donde un maestro llamado Jesús que sana enfermos porque creemos que tu condición puede cambiar. Juan que un poco desalentado porque ya eran varios años que vivía en esa situación respondió: ¿Ustedes creen que yo puedo volver a ser el mismo de antes? Porque no, respondieron todos, volverás a serlo.
Partieron muy de mañana dirigiéndose a la ciudad, que estaba a una larga distancia de donde habitaban con Juan en una camilla, bajo un sol ardiente y un camino que parecía nunca terminar. Finalmente llegaron, y observaron que la multitud que estaba presente era exagerada.
Sorprendidos todos, pero no desanimados continuaron caminando hacia el lugar donde Jesús estaba sanando. Pedro muy optimista dijo: No importa que cantidad de gente hay, hemos venido por la sanidad de nuestro amigo. Juan, incrédulo el muchacho contesto, No muchachos yo seguiré siendo un paralitico.
¿Sus amigos lo observaron y le contestaron A caso tú no tienes fe? Cuando estos veían por donde se podían abrir paso hacia Jesús, Mateo que de todos era el más arriesgado exclamo: ¡YA SE! El techo. ¿El techo qué? dijo Carlos, subámoslo por el techo grito Mateo. Juan que asustado de la ocurrente idea de su amigo; ¿Que, que? ¿Ustedes me piensan subir por el techo? Tranquilo muchacho le contestaron, no te preocupes todo estará bien.
Como le fue posible, descubrieron el techo de la casa donde Jesús predicaba y haciendo una abertura, bajaron a Juan colocándolo justo en frente del maestro. Este conmovido por la fe de estos cuatro contesto; tus pecados te son perdonados, levántate y camina.
Reflexión:
La Historia relata un posible escenario de aquel día vivido según el libro de Marcos 2:3-5. La verdad que la Biblia no destaca, sus nombres ni quienes eran estos, pero a través de esta Historia estimado lector, mi deseo es que usted note que la FE no solamente se basa en CREER que un milagro puede suceder, la Fe va más allá de una simple declaración con tu boca.
La fe conlleva puntos básicos y quizá muchos más para que esta se desarrolle; pero en esta ocasión quiero compartir contigo algunos para llevar a cabo la realización de un milagro. Acción: La fe en acción, en la historia dice que ellos pensaron y actuaron en querer ayudar a su amigo. Acción es hacer algo para que suceda.
Compromiso: La fe requiere compromiso, sentían su padecer, sintieron compasión de él, y esa compasión los llevo a un compromiso, no solo por amistad, sino porque estaban dispuestos a ayudar a su amigo, quizá estos cuatro tendrían una vida normal como la suya y la mía, pero dejando de lado sus cosas quizá, entablaban un firme compromiso para lograr su objetivo.
La fe corre riesgos y supera obstáculos: en este último punto vemos que estos hombres arriesgaron todo con tal de ver caminar a su amigo. La multitud no fue un obstáculo para ellos, quizá ese fue su mayor impulso para saltar por encima de esa situación y buscar una alternativa para lograr lo que ellos habían creído.
Tomemos este ejemplo, para ayudar a otros atravesó de nuestra fe, accionemos, seamos comprometidos, busquemos alternativas para que aquellos que no conocen de Cristo puedan ser perdonados y restaurados aun cuando tengamos que tomar riesgos, así como estos, rompiendo techos, movidos por una fe ciega. Recordemos que el paralitico, no solo obtuvo la sanidad física, sino la sanidad espiritual, lo más importante en la vida del ser humano y nuestro padre Celestial desea que todos tengamos esta clase de Sanidad para vivir conectado con El. Observe a su alrededor y piense en la vida de quien usted puede hacer un trabajo como los cuatro.
Escrito por Liz Acosta | e-mail:lizscarleth070191@gmail.com